Friday, August 29, 2008

EL CUBO DE RUBIK

El Cubo de Rubik o Cubo Mágico es uno de los juegos más vendidos de la historia. Se compone de nueve pequeños cubos en cada cara de la forma geométrica, que pueden intercalarse entre sí en giros horizontales y verticales. El objetivo es alinear todos los colores en cada una de sus seis caras.

Aunque sólo exista una respuesta correcta y 43 billones de combinaciones erróneas para resolver este algoritmo lleno de colores, el reto de dar con esa única solución ha sido su principal atractivo para convertirse en un éxito de ventas.

El Cubo de Rubik se hizo famoso en el mundo entero en la década de los ochentas y todavía es considerado uno de los desafíos más fascinantes del diseño estructural.
Su creador, Erno Rubik, nació en Budapest, Hungría en 1944, en plena Segunda Guerra Mundial. Su madre era una poeta y su padre un ingeniero aeronáutico que fundó una compañía para producir planeadores.


Erno estudió Escultura, en la Escuela Técnica de Budapest, pero luego de graduarse decidió aprender Arquitectura en una pequeño centro de estudios, la Academia de Artes Aplicadas y Diseño. Después de terminar sus estudios, se quedó en la academia para dar clases de Diseño de Interiores.

Rubik tenía un interés apasionado por la geometría y el estudio de formas tridimensionales, así como por la construcción y la exploración de posibles combinaciones ocultas de formas y materiales en la teoría y en la práctica.

Como maestro, Erno Rubik prefería comunicar sus ideas utilizando modelos reales, hechos de papel, cartón, madera o plástico, desafiando a sus estudiantes a experimentar mediante la manipulación de formas claramente construidas y fáciles de interpretar. Esto le permitió darse cuenta que aún los elementos más simples, manipulados inteligentemente, daban una abundancia de múltiples formas.

Cuando Rubik inventó su cubo, no pretendía crear el rompecabezas más vendido en la historia de los juguetes, sino que simplemente se desafió a crear un cubo en el que los bloques pudieran moverse de forma independiente, sin caerse y deshacer el cubo. Así es que creó un cubo de 26 cubitos individuales y un centro. Cada capa de nueve cubitos debía girar y las capas superponerse, moviéndose de todas formas excepto diagonalmente.

Después de concebir la idea, el arquitecto tuvo que enfrentarse al problema nada sencillo de unir los elementos para que cada uno pudiera rotarse y moverse de la manera en que lo harían. Trató de mantener unidos los elementos mediante una construcción hecha con ligas, pero pronto se dio cuenta de que tal dispositivo no funcionaría.

Las alternativas entonces disponibles, tales como imanes o sistemas de ranuras, no cubrían con la complejidad que requerían las uniones. Erno comprendió que sólo un concepto totalmente original podría proporcionar una solución satisfactoria.

La inspiración vino un día de verano cuando miraba el flujo del río Danubio. Rubik notó unos guijarros, cuyos bordes agudos habían sido pulidos y aplanados de manera natural a lo largo del tiempo, proporcionando las formas redondeadas de gran belleza, pero también de enorme simplicidad. El interior de los elementos del cubo debía tener la misma arquitectura redondeada.
Le tomó cierto tiempo desarrollar la forma final del mecanismo interior, el cual es básicamente cilíndrico. Para facilitar la manipulación, el equilibrio entre la estrechez y la soltura de las piezas tenía que ser exacto.


Intentó marcar las superficies con distintos patrones decorativos de números y símbolos o diversas combinaciones de colores, pero ninguna funcionó tan bien como la simple coloración de las seis caras.

Finalmente, marcó cada lado del cubo con papel adhesivo de diferentes colores, y empezó a girar… girar y girar. En pleno éxtasis inventivo, el joven de 29 años vio maravillado cómo, después de un par de giros, los colores se empezaban a mezclar. Después de un rato, decidió que era hora de poner los cubitos en orden otra vez. Y fue entonces cuando se enfrentó cara a cara con el gran reto de no saber cómo hacerlo.

El cubo se había convertido en un rompecabezas. Erno se dio cuenta de que nunca podría reorganizar los cubos improvisando, por lo que empezó a trabajar en una solución. Descubrió ciertas secuencias de movimientos para recolocar algunos cubitos de una sola vez. Después de ¡un mes!, había conseguido reorganizar el cubo.

Cuando fue completado, Rubik lo mostró a algunos de sus alumnos y amigos para que jugaran con él. El efecto fue instantáneo. Una vez que caía en las manos de alguien, era muy difícil que lo devolviera.

El gran interés que tomaron sus conocidos en el Cubo tomó por sorpresa a su creador, quien empezó a pensar en la posibilidad de producirlo a escala industrial.
Erno Rubik solicitó la patente húngara en enero de 1975 y dejó su invención con una pequeña cooperativa de juguetes de Budapest. La patente fue finalmente aprobada a principios de 1977 y los primeros cubos aparecieron a finales de ese mismo año en las jugueterías de Budapest. Para entonces, el inventor ya estaba casado.


Sin promoción alguna, el cubo se fue convirtiendo lentamente en el pasatiempo de moda en las manos de una juventud fascinada por su reto, pero con las restricciones económicas y culturales detrás de la cortina de hierro en ese momento, la popularidad creciente del juguete no pudo cruzar a Occidente durante algún tiempo.

Las ventas del Cubo de Rubik seguían siendo escasas. Fue entonces cuando lo descubrió el Dr. Tibor Laczi, un hombre de negocios nacido en Budapest, pero que había hecho su vida en Occidente. En uno de sus viajes a Hungría, mientras tomaba un café, observó a un mesero jugando con el cubo. Laczi, un matemático amateur, se sintió fascinado.

Al día siguiente, fue a la compañía de comercio estatal y pidió permiso para vender el cubo en Occidente. De inmediato concertó una cita con el inventor y quedó impresionado con su aspecto.
El primer impulso de Laczi fue darle algo de dinero a Rubik, quien parecía un mendigo con sus ropas viejas y un barato cigarro húngaro colgando de su boca. Sin embargo, sabía que ese pobre hombre era un genio y le dijo que podían vender millones.


Tibor Laczi procedió a demostrar el cubo en la Feria del Juguete de Nuremburgo, pero no como un expositor oficial. Caminó alrededor del recinto, jugando con el cubo, y se las arregló para conocer al británico Tom Kremer, un experto en juguetes, quien pensó que el Cubo era una maravilla. Los dos hombres hicieron un pacto, allí mismo, para traducir el éxito húngaro del cubo hacia la fase mundial.

Reconocido internacionalmente como desarrollador de juguetes, Kremer no sólo trabajaba con sus propias ideas, sino que también representaba a inventores profesionales alrededor del mundo. Aunque tenía su propia compañía, Seven Towns Ltd., con sede en Londres, para comercializar el cubo necesitaba el poder promocional y la red de distribución de una compañía internacional.

Desgraciadamente, no encontraba a nadie que compartiera su entusiasmo por el cubo. Después de muchas desilusiones, convenció a Stewart Sims, Vicepresidente de Mercadotecnia de la juguetera Ideal Toys Co., de ir a Hungría y ver con sus propios ojos el cubo funcionando.
En septiembre de 1979, el juguete había ganado suficiente popularidad para ser visto de vez en cuando en la calle, los tranvías y los cafés húngaros. Después de cinco días de negociaciones entre un capitalista escéptico y un sistema comunista obstinado e ignorante del funcionamiento del mercado libre, Laczi y Kremer lograron negociar una orden de un millón de cubos para Ideal Toys.


Inicialmente, el rompecabezas fue llamado Buvuos Kocka o Cubo Mágico en Hungría. No había sido patentado internacionalmente dentro del año posterior a la patente original y la ley de patentes de entonces impedía la posibilidad de una patente internacional. Ideal Toys quería un nombre original para registrar los derechos de propiedad intelectual, por lo que rebautizó al Cubo Mágico con el nombre de su inventor, convirtiéndolo en el Cubo de Rubik
Mientras tanto, el matemático inglés David Singmaster se interesó profundamente en los problemas teóricos que el Cubo de Rubik representaba. Escribió un artículo que atrajo la atención de los círculos académicos y que llevó indirectamente a otro artículo en la prestigiosa revista Scientific American por Douglas Hotstadter, una autoridad reconocida en el campo de las Matemáticas recreativas.


El Cubo de Rubik hizo su debut internacional en las Ferias del Juguete de Londres, París, Nuremburgo y Nueva York entre enero y febrero de 1980. Con Erno Rubik demostrando su propia creación, tuvo un impacto inmediato, pero había un problema: ¡no había cubos producidos!

Las normas de calidad occidentales significaron cambios drásticos en el proceso de fabricación húngaro y, como con cualquier cambio bajo un régimen comunista, fue muy lento.
Dadas las diferencias lingüísticas y culturales, la comunicación entre Nueva York y Budapest no era fácil, a pesar de las intervenciones frecuentes de Tom Kremer. Era más fácil resolver el cubo.
Finalmente, los primeros Cubos de Rubik se exportaron de Hungría en mayo de 1980. Su éxito internacional fue casi instantáneo; sólo en los primeros dos años, se vendieron 100 millones. El juguete se volvió todo un ícono cultural de los ochentas y convirtió a su inventor en el primer millonario del bloque comunista.


Hoy en día sigue habiendo miles de fanáticos del cubo a lo largo y ancho del mundo. El récord de velocidad para resolverlo es de 17 segundos y el método se le atribuye a Jessica Fridrich.
Se han publicado más de 60 libros que se adentran por medio del Cubo de Rubik en los cálculos de probabilidades de la Geometría Espacial.


El invento ha recibido premios en Alemania, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York y aparece como uno de los términos del Diccionario Oxford de la Lengua Inglesa.

Erno Rubik trabaja con Tom Kremer, cuya compañía Seven Towns Ltd. distribuye actualmente el Cubo. El inventor no ha cambiado mucho. Sigue creando nuevos juegos o enigmas y ha producido varios juguetes más, incluyendo la Serpiente Rubik. Se ha interesado en el diseño de juegos de computadora que estimulen la inteligencia y el aprendizaje, mientras continúa desarrollando sus teorías sobre estructuras geométricas.

Con su éxito, ha establecido una fundación para ayudar a otros inventores húngaros y maneja el Estudio Rubik, que emplea a una docena de personas para diseñar muebles y juguetes.

Vivimos en un mundo complejo y desconcertante. Para hallarle sentido, hacen falta ideas revolucionarias. Para elaborar ideas nuevas, necesitamos la libertad de hablar y de que se nos escuche.”

Son palabras de Erno Rubik, quien nunca imaginó el impacto que tendría en el mundo su experimento académico de 1974.



Si has probado hacer el cubo de rubik no sabes cómo hacerlo aquí tienes los pasos correctos que hay que seguir para su desarrollo:

http://www.rubikaz.com/resolucion.html

¡Te parecera increible cunado lo veas!

http://es.youtube.com/watch?v=tSqUcrFJ498&feature=related
http://es.youtube.com/watch?v=J-6kPLmGVM0

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